Educar a un niño y a una niña no es lo mismo. En un mundo ideal sí debería ser igual, pero en el mundo como es ahora es imposible, pues en la crianza de nuestros hijos e hijas existen muchos más mensajes que los que les damos las mamás/papás.
Allá afuera existe coro colectivo que les dice todo el tiempo qué hacer, cómo ser, lo que se espera de ellos, lo que es aceptable de ellas. En resumidas cuentas hay una especia de crianza colectiva que muchas veces se sale de nuestras manos.
Cuando me embaracé de mi primer hijo y al cuarto mes supe que sería niño, recuerdo que entré en una especie de shock, como que todo el tiempo había asumido que tendría una hija. No es que no quisiera tener un varón deliberadamente, sino que tenía muy claro como quería educar a una niña, supuse que sabría hacerlo de manera “natural” por el simple hecho de ser mujer.
Una vez superada la impresión me dije, “pues para ser congruente lo educaré igual que como educaría a una niña”. Imposible llevarlo a la práctica.
Ahora que ya tengo dos niñas, además de mi hijo mayor, otra cosa que la vida me enseñó es que igualdad y equidad no es lo mismo. Así que de principio no es posible educar igual a dos seres diferentes, lo que sí podemos hacer es criarlos en equidad, es decir darles las mismas opciones, ofrecerles las mismas condiciones y respetar la naturaleza de cada uno.
A mis hijas:
– Siempre que algo no te guste debes decirlo: “no quiero”, “no me gusta”.
– Un simple “no” también es suficiente.
– Cuida tu cuerpo, no como una moneda de cambio, sino como un templo sagrado pues es lo mejor que tienes.
– Llorar es bueno para el alma, se vale llorar siempre cuando algo nos duele o nos asusta, pero cuando tenemos un problema además de llorar usamos la cabeza.
– Los niños no son tus enemigos, y tampoco tus esclavos.
– La violencia no es cariño. Las agresiones no son muestras de amor.
A mi hijo:
– Cuando una niña dice no, es no. Igual que cuando tú dices no
– Jugar con niñas es divertido. A las niñas también les gustan los superhéroes, además las muñecas.
– Las mujeres no estamos locas vemos el mundo, sentimos y pensamos diferentes a los hombres, eso es todo.
– Las niñas pueden ser muy buenas amigas, no por cómo son por fuera, sino por cómo piensan.
– No existen caricaturas para niñas y otras para niños, si a ellas les gustan los superhéroes es normal que a ti te gusten las heroínas, princesas, muñecas, etcétera.
– Se vale llorar.
A mi hijo y a mis hijas:
– Escucha siempre lo que te dice tu voz interior.
– No tienes que hacer cosas para que te quieran o para agradar a otros.
– Está bien ser diferente a otros niños o niñas.
– Todos sentimos miedo. Está bien sentir miedo.
– Pedir ayuda es bueno. Hazlo siempre que lo necesites.
– Respeta a los demás tanto como te respetas a ti mismo.
– Se amable con todos y con todas.
– Ayuda a quien creas que lo necesita, aunque no te lo pidan.
– Te amo, siempre, todos los días, pase lo que pase, seas como seas.
Tengo claro que en unos años mi hijo y poco después sus hermanas entrarán en esa desconcertante etapa de la pubertad y luego la adolescencia. Una etapa en la que construyen su imagen, en la que descubren cuál es su lugar en el mundo. Y sé que no les resultará fácil ser ellos mismos, sé que les va a costar trabajo defender sus opiniones y ser auténticos.
Conforme pasan los años, algunas cosas se vuelven más complejas, pero confío en que a pesar de todo el ruido exterior, la presión que ejercen los programas de televisión, las canciones de moda, los compañeros de la escuela, las pláticas en las fiestas infantiles, estos mensajes que les doy todos los días se van fijando en su cabecita y que cuando los necesiten, puedan echar mano de ellos.